Después de un periodo de indiferencia, siento que las duras capas de hielo que se forman en los confines de las regiones de los llantos del alma no son más que una fina escarcha, una promesa de una futura dicha por llegar. Calidez que sin prisa pero sin pausa se va aposentando en todas las regiones del alma, liberando fragmentos de inmenso júbilo que antes invernaba sin que el tiempo perturbara su sueño eterno hasta entonces, llenando de luz hasta el último reducto donde antes reinaba la oscuridad y la entropía, la desdicha y la desesperación.
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